Autora: Ana María Martínez Tamayo
En el principio Dios creó al bibliotecario.
Dijo Dios: "funda bibliotecas por todo el mundo, selecciona los documentos de mayor calidad, organiza la información, presta servicios de excelencia y vela por el interés de los usuarios. Mantén actualizado el catálogo y confortable la sala de lectura, pero no escuches la Voz de las Tinieblas, porque si lo haces te confundirás y desaparecerás como profesional".
El bibliotecario hizo todo cuanto Dios le pidió. Levantó bibliotecas en bellos edificios e incorporó en ellas todo tipo de documento creado por el hombre para registrar la información: tabletas de arcilla, rollos de papiro o pergamino, códices de pergamino o papel, libros, revistas, diarios y boletines impresos y toda la gama de documentos icónicos, audiovisuales, tridimensionales y legibles por computadora, incluyendo aquellos disponibles en Internet.
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