En Puerto Rico, en los diferentes documentos que regulan, guían y dictan las normas de funcionamiento de las bibliotecas escolares se establece que las bibliotecas escolares deben ser un componente esencial en el proceso educativo de nuestra sociedad; enfatizando la importaría de las mismas dentro del proceso de enseñanza y aprendizaje. Si embargo, la realidad es otra.
La biblioteca escolar, como unidad de información adscrita a la escuela, ha sido el espejo del modelo de la escuela y el sistema educativo de nuestro país. En Puerto Rico, las bibliotecas no tienen un papel protagónico, y por ende, las escuelas reclaman una biblioteca auxiliar y complementaria en el sistema educativo, con un papel periférico; no uno central, ni constitutivo en el proceso de enseñanza y aprendizaje. Todo esto resulta en una biblioteca ajena al espacio y al currículo de la escuela.
En la actualidad, debido al impacto de las tecnologías de información y comunicación, es vital que el actual sistema educativo de nuestro país cambie (pero que no solo quede plasmado en los documentos oficiales, sino que también se ponga en vigor) y se adapte a la realidad de nuestra sociedad.
La eduación en nuestro país, necesita, entre muchas otras cosas, replantear sus procedimientos a la hora de transmitir y desarrollar la cultura, sus formas de gestión y organización.
Consideramos además, que en el eje de este cambio, se debe situar a la biblioteca escolar, cuyo modelo funcional y organizativo pase a tener, de un papel meramente auxiliar a un modelo plenamente integrado al currículo de la escuela, con una participación activa en el proceso pedagógico y en las tareas de apoyo al desarrollo de las destrezas (competencias) de información que demanda nuestra sociedad actual.
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